El valle de Mondoñedo es de lo más hermoso y ameno
de todo el suelo de España;
lo rodean las cumbres del Pardonelo, La Pena da Roca y la Toxija,
con largos trechos de pinares,
con peñas a veces abruptas y precipicios y,
mas allá, cascadas cristalinas.
Recorriendo estos sitios se encuentran rincones recónditos,
misteriosos, con selvas
De castaños y robles y surcos de agua entre el verdor perenne.

La ciudad se encuentra en lo profundo del valle.
De cara al mar el paisaje es abierto;
pero al otro extremo hay aldeas monantraces
y en ellas manadas de caballos salvajes que
sus dueños cazan y domestican después.
Tampoco faltan los lobos que antaño bajaban en
invierno al valle y destrozaban ganados y por ello,
varios siglos atrás,
los Obispos organizaban monterias y nombraban cada año Montero Mayor.

Los Montes de Argomoso y los Riscos de Viloalle y Troceda
y Sásdonigas son de lo más agreste de España,
y en ellos hay pizarrales y canteras de preciosos mármoles
negros veteados, grises y de color rosa.
Todos los andurriales del contorno estan llenos de leyendas
y de misterio y la ciudad de historia densa.
Y esa historia y ese misterio y esas leyendas
las cuentan los viejos a los niños, tras la
lareira de la cocina en las noches de invierno.





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